Mi jefe me grita e insulta
Cuando trabajas con alguien que te trata con falta de respeto, puede ser difícil mantener la calma y seguir siendo profesional. Si tu jefe te grita y te insulta, es importante saber cómo manejar esta situación de manera adecuada.
En este artículo, aprenderás qué hacer si tu jefe te trata mal en el trabajo.
¿Por qué algunos jefes gritan e insultan?
Antes de discutir cómo manejar la situación, es importante entender por qué algunos jefes se comportan de esta manera. A menudo, los jefes que gritan y insultan a sus empleados están lidiando con su propia presión y estrés. Esto puede deberse a problemas en el trabajo, problemas personales o problemas de salud mental. Si tu jefe te grita y te insulta, no es culpa tuya.
¿Cómo te afecta el comportamiento de tu jefe?
El comportamiento de tu jefe puede tener un impacto negativo en tu salud emocional y mental. Puede hacerte sentir ansioso, estresado y deprimido. También puede afectar tu desempeño en el trabajo, lo que puede llevar a problemas adicionales. Si te sientes abrumado por el comportamiento de tu jefe, es importante hablar con alguien al respecto.
¿Qué debes hacer si tu jefe te grita e insulta?
Si tu jefe te grita y te insulta, es importante mantener la calma y no reaccionar de manera impulsiva. Aquí hay algunos consejos sobre cómo manejar la situación:
1. Mantén la calma
Lo primero que debes hacer es tratar de mantener la calma. Si bien es natural sentirse molesto, enojado o incluso asustado ante una situación así, es importante no reaccionar de forma negativa o agresiva.
2. Comunica tus límites
Es importante establecer límites claros y comunicarlos a tu jefe. Si te sientes incómodo con su comportamiento, puedes decir algo como «no me gusta cuando me hablas de esa manera» o «no tolero ser insultado». Trata de mantener una actitud tranquila y firme al hacerlo.
3. Documenta todo
Si la situación se vuelve recurrente, es importante que documentes todo lo que está sucediendo. Anota la fecha, la hora y lo que se dijo en cada situación. Esto puede ayudarte a respaldar cualquier reclamación futura que puedas hacer.
4. Busca apoyo
No debes sentirte solo en esta situación. Busca apoyo en amigos, familiares o incluso en recursos en línea para personas que están experimentando lo mismo que tú. También puedes buscar asesoramiento de un profesional si lo necesitas.
5. Considera hablar con recursos humanos o un superior
Si la situación no mejora y te sientes incómodo confrontando a tu jefe directamente, puedes considerar hablar con recursos humanos o un superior. Es posible que necesites hacer una queja formal y presentar la documentación que hayas recopilado.
Es importante recordar que nadie merece ser tratado de manera inapropiada o abusiva en el trabajo. Si estás experimentando esto, no debes sentirte solo o impotente. Hay medidas que puedes tomar para protegerte y abogar por ti mismo.
Conclusión
Ser objeto de gritos e insultos por parte de tu jefe puede ser una experiencia desagradable y estresante. Sin embargo, no debes permitir que esto afecte tu bienestar emocional o tu productividad laboral. Es importante establecer límites, documentar todo lo que sucede y buscar apoyo si es necesario. Si la situación no mejora, considera hablar con recursos humanos o un superior. No te sientas solo o impotente en esta situación, siempre hay medidas que puedes tomar para protegerte.
Preguntas frecuentes
- ¿Es normal que mi jefe me grite y me insulte? No, no es normal ni aceptable que alguien te trate de esa manera en el trabajo.
- ¿Debo confrontar a mi jefe directamente? Depende de tu comodidad y la situación específica. Si decides hacerlo, asegúrate de mantener una actitud tranquila y firme.
- ¿Qué pasa si no tengo pruebas documentales? Aunque la documentación puede ser útil, aún puedes presentar una queja formal y buscar apoyo de recursos humanos o un superior.
- ¿Debería buscar otro trabajo? Si la situación es insostenible y afecta gravemente tu bienestar emocional, puede ser una opción buscar otro trabajo. Sin embargo, no debes sentirte obligado a hacerlo si no es necesario
Casos de ejemplos
Caso laboral 1: Querían hacerme creer que no existía y han jugado con mi vida
-¿Cómo empezó su caso?
-En 1993 logré plaza como fisioterapeuta en un centro de orientación pedagógica de Vitoria. No me importaba hacer horas extras atendiendo a niños discapacitados, y profesionalmente estaba valorada. Un día, comenzaron a decirme que se habían equivocado al hacerme el contrato y comenzaron a presionarme.
-¿Se dio cuenta inmediatamente de que era víctima de ‘mobbing’?
-Al principio, no era consciente; tan sólo notaba cosas raras en el trato con la dirección. Me daban órdenes contradictorias y cada vez me dejaban estar menos tiempo en el centro. Tuve que presentar una demanda para que se reconociera que era parte de la plantilla.
-¿Cómo era el ambiente en el lugar de trabajo?
-De la noche a la mañana, pusieron a otra persona en mi despacho y le permitieron usar recursos que a mí me negaban. No me dejaban tener ordenador, me quitaron el teléfono, me impedían hacer fotocopias… Han sido muchas vejaciones. Me abrían la correspondencia y me he llegado a quedar encerrada en el centro porque me quitaron las llaves. Una vez encontré mi escritorio en el pasillo con un tiesto encima. Querían hacerme creer que no existía. Han jugado con mi vida y con la de mis seres queridos.
-¿Ningún compañero salió en su defensa?
-No. Asumieron el prejuicio lanzado por los jefes sin contrastarlo, con un silencio cómplice. Eso te provoca una absoluta indefensión y una soledad horrible. Sí hubo unos pocos que me apoyaron, pero sufrieron represalias y aquello se convirtió en un ‘sálvese quien pueda’.
-¿Hay alguna explicación a la conducta de sus jefes? ¿Alguna motivación política, sindical, o únicamente manía personal?
-Nada de eso. Consideraban un error haberme hecho un contrato y querían que me fuese.
-¿Qué consecuencias psicológicas padece a raíz del acoso?
-Estoy bajo medicación y sufro un insomnio espantoso. Tengo lagunas en la memoria, como con los primeros síntomas del Alzheimer. Desde el año 2000 he estado cinco veces de baja por estrés laboral. El Tribunal Superior me ha dado la razón en que se trata de un accidente laboral, pero la consejería recurrió la sentencia. Con dinero público, por cierto.
-¿No son eficaces las denuncias ante la autoridad laboral?
-Hay una gran paradoja en la Administración, que es donde se dan más casos de acoso. La Dirección de Trabajo, que es la que emite las actas de accidente laboral, depende funcionalmente del Departamento vasco de Empleo y, por lo tanto, ni los funcionarios ni el personal laboral están bajo su tutela. La Administración no se puede sancionar a sí misma.
-¿Ha intentado resolver el problema contactando con los líderes políticos del departamento?
-En Educación todo el mundo está relacionado y no me habrían hecho caso. Lo que debería hacer el Gobierno vasco es dar buen ejemplo.
-Después de doce años, sigue yendo a diario a su trabajo. ¿Por qué no lo deja?
-Por dignidad, por integridad personal. Y para que los que vengan detrás no sufran lo mismo.
-La asociación que preside reclama que el acoso se considere delito y se castigue.
-Por supuesto. En el ‘caso Jokin’ han sido condenados varios menores, pero todavía no hay un solo adulto en la cárcel por acoso laboral.
Caso real: Llorando sin parar
Por Meri
Hace 2 años entre a trabajar en una empresa como grabadora de datos. Mi trabajo me gustaba, con los compañeros ningún problema, y tenia horario de mañana, lo cual me iba muy bien. Todo iba perfectamente hasta que me cambiaron al supervisor y nos pusieron a una supervisora nueva. Al principio, ningún problema, era la típica persona que te piensas que es magnifica, que no te pasara nada con ella….nada mas lejos de la verdad.
Yo siempre estuve muy bien considerada en esa empresa hasta que ella fue mi jefa directa. Al cabo de un mes de trabajar a sus ordenes empezó todo. Una mañana oí mi nombre en voz alta y era ella. Fui a levantarme para ver que quería pero cual fue mi sorpresa cuando la que se levanto fue ella y, delante de todos mis compañeros, empezó a enumerar uno o dos fallos que había tenido aquel día . me quede pasmada. Primero pensé que la chica tenia un mal día y que todo el mundo puede perder los nervios….de nuevo, nada mas lejos de la verdad. A partir de aquel día todo fue de mal en peor. Recuerdo que a mi lado estaba sentada una chica y que un día tuvo que repasar mil documentos para que yo los archivara en el ordenador para que no tuvieran fallo alguno. Al día siguiente se acerco a esa chica la supervisora y le dijo que había encontrado dos fallos y que fuera con cuidado. Mil documentos. Y dos fallos. Eso os dará una idea de lo pillada que estaba la supervisora. Siempre nos echaba la culpa a esa chica y a mi de todo lo que salía mal, y mas desde que esa chica intento arreglarlo hablando con ella. A partir de ese momento todo fue aun peor. Esta chica se acabo marchando de la empresa harta de aguantarla. Pero yo me quede. En esos momentos hubo reubicación de personal, y a muchos de sus trabajadores los pasaron a otra sala. En el de ella , aparte de los que estábamos, pusieron a unas cuantas personas nuevas, personas que a las dos semanas tenían pesadillas y lloraban. Lo mío iba de mal en peor. Todos los días miraba mil veces mi trabajo, encontraba fallos inexistentes. Mi compañera de al lado acabo sentándose con ella y dejo de hablarme. La trataba mucho mejor que al resto debido a la rastrera pelotería de esa persona. No dejaba de darme su saludo especial todas las mañanas «haber que fallos hiciste ayer, que no encuentre ninguno que estoy harta de repetirte las cosas» imaginaros la situación.
Cuando llegaba el sábado por la noche empezaba a encontrarme fatal, no hacia mas que fumar intentando calmarme, la ansiedad iba creciendo. Los domingos intentaba ver la tele, pasear con mi novio, pero no podía evadirme de ninguna manera. Me iba a dormir llorando y por las mañanas me despertaba llorando de pensar en lo que me esperaba. Cuando iba en el metro iba muerta de miedo y al llegar al trabajo me aterrorizaba solo de verla. Intente hablar con ella y entonces ya fue el no va mas. Los fallos ya no solo me los decía en voz alta, sino gritando. Hasta que un día no pude mas y me derrumbe. Me puse a llorar como una cría en mi puesto de trabajo, me fui al baño, no podía dejar de llorar y la jefa superior pensando que tenia un mal día me dijo que me fuera a casa y que tranqui, que no pasaba nada.
Donde me fui nada mas salir del trabajo fue a buscar un taxi desesperada para que me llevase al hospital, el pobre taxista intentando calmarme mientras yo, llorando sin parar, solo podía decirle «es por el trabajo». Cuando llegue al hospital casi no podía ni hablar, no podía dejar de llorar. Me sentaron en una silla al lado de recepción diciéndome que tranquila, que me sentase y que en cuanto hubiera un medico me examinarían. Las enfermeras fueron muy amables conmigo , la gente entraba y me preguntaba que te pasa, y yo casi sin poder hablar. Finalmente me atendieron, la enfermera intento tranquilizarme , me estiraron en una camilla. Tenia la tensión por las nubes, un dolor de cabeza terrible, y seguía llorando. Cuando llego la doctora me tranquilizo un poco, le explique lo que pasaba y vuelta a llorar. Tuvieron que darme un tranquilizante y al cabo de tres horas empecé a dejar de llorar. Fue el peor día de mi vida, jamás me había sentido tan mal. Me diagnosticaron una crisis de ansiedad. Fui al medico y me dio una baja. A las dos semanas volví al infierno. Durante un par de días la supervisora estuvo amable, pero luego, sabiendo lo que me había pasado, volvió a martirizarme. Yo tenia muy claro que si las cosas seguían así la iba a mandar a la mierda, bastante mal lo había pasado ya. Al final me echaron, no hable con nadie, y espero no volver a verla.
Ahora ya soy yo otra vez ,pero durante meses el solo hecho de ir a una entrevista de trabajo me hacia temblar , los primeros días en algún trabajo todavía me daba cosa, y en el primer trabajo que tuve el solo hecho de señalarme un fallo por parte de algún jefe me hacia temblar. Gracias al asesoramiento psicológico ya casi no tengo secuelas de aquello, pero alguna noche todavía tengo pesadillas con aquella rastrera que tanto me hizo sufrir.