Motivos para Quitar la Custodia a la Madre en Argentina: Una Perspectiva desde la Psicología
Hay situaciones en las que es evidente que la permanencia de un niño bajo la custodia de su madre puede poner en riesgo su desarrollo emocional, físico o psicológico. Estas son algunas de las circunstancias más comunes que he visto en las que se ha considerado necesario quitar la custodia a la madre en Argentina.
Mi experiencia como perito psicólogo me ha enseñado que quitar la custodia a la madre es una medida extrema que solo se toma cuando no hay otra opción para proteger al menor. El proceso es largo y complicado, y mi papel es ser una herramienta de análisis objetiva que aporte claridad a los jueces.
A lo largo de los años, he sido llamado muchas veces por tribunales de familia para realizar evaluaciones exhaustivas de las dinámicas familiares y las capacidades parentales. El objetivo siempre es proporcionar al juez una evaluación imparcial y detallada que le ayude a tomar la mejor decisión para el niño involucrado.
En cada caso, mi responsabilidad es con el bienestar del niño, asegurándome de que las decisiones que se tomen sean en su mejor interés, por dolorosas que puedan ser para los adultos involucrados.
Como perito psicólogo especializado en casos de familia, he tenido la oportunidad de observar de cerca el doloroso proceso por el cual una madre puede perder la custodia de sus hijos. Es una decisión que no se toma a la ligera, ya que el sistema legal argentino prioriza, ante todo, el bienestar del menor.
Evaluación Inicial y el Proceso Judicial
El trabajo como perito psicólogo en estos casos comienza cuando el juez o una de las partes solicita una evaluación psicológica de la madre, el niño y, a veces, del padre. Como perito, mi papel no es tomar partido, sino observar y analizar de manera objetiva las interacciones familiares y el estado psicológico de las personas involucradas.
Uno de los primeros pasos es entrevistar a la madre, escuchando su historia y sus percepciones sobre la relación con su hijo y con el otro progenitor. Al mismo tiempo, evalúo el comportamiento del niño, buscando signos de angustia, miedo o desorientación. Es un trabajo sensible porque muchas veces la madre siente que está siendo cuestionada y juzgada. Mi tarea es generar un espacio en el que pueda expresarse de manera sincera y sin presiones, pero también detectar si hay patrones de conducta que puedan ser perjudiciales para el niño.
Maltrato Físico o Psicológico
En algunos casos, me he encontrado con situaciones de maltrato, ya sea físico o psicológico. El maltrato físico es más evidente: señales de golpes, castigos físicos desproporcionados o heridas. Sin embargo, el maltrato psicológico, que puede ser igual o más dañino, es más sutil y requiere un análisis más profundo. He evaluado a niños que, aunque no mostraban marcas físicas, estaban claramente traumatizados por el trato verbal humillante, despectivo o manipulador de la madre.
Recuerdo un caso particular donde, al entrevistar a un niño de siete años, observé un patrón constante de miedo hacia su madre. No era un miedo físico, sino emocional; el niño había internalizado una gran inseguridad porque la madre lo sometía a una constante crítica y rechazo. Situaciones como esta suelen derivar en la recomendación de remover la custodia temporal o permanentemente, dependiendo de la gravedad.
Abandono Emocional y Descuido
Otro de los motivos recurrentes que he observado es el abandono, no siempre en el sentido físico de la palabra, sino en términos emocionales. Como perito, mi trabajo implica identificar si la madre está realmente presente en la vida de su hijo o si, por el contrario, el niño vive en un estado de abandono emocional. He entrevistado a madres que, a pesar de cumplir con los aspectos básicos de alimentación y vestimenta, están completamente ausentes en las áreas afectivas y psicológicas.
En una ocasión, evalué a un adolescente que, aunque vivía con su madre, era prácticamente invisible para ella. Ella no se involucraba en sus estudios, sus emociones o su desarrollo personal. El chico estaba solo, perdido, sin el apoyo emocional necesario. En estos casos, el abandono emocional es igual de destructivo que el físico, y puede ser un motivo para que el juez considere la pérdida de la custodia.
Adicciones
Uno de los factores más devastadores que he visto es cuando la madre padece de una adicción. Las adicciones —ya sea a drogas, alcohol u otras sustancias— afectan gravemente la capacidad de la madre para cuidar de su hijo. Recuerdo un caso en el que la madre, a pesar de amar a su hijo, no podía controlar su adicción a las drogas. Como psicólogo, pude observar que, aunque en momentos de lucidez mostraba remordimiento, su capacidad para brindar un entorno seguro y estable era prácticamente nula.
Los niños que crecen en estos ambientes suelen mostrar signos de ansiedad, miedo y una constante falta de seguridad. Durante las entrevistas, es común que expresen confusión sobre los cambios en el comportamiento de la madre, lo que genera inestabilidad emocional. En estos casos, mi informe al tribunal suele ser claro: el entorno no es seguro para el menor y se recomienda la remoción de la custodia, al menos hasta que la madre reciba tratamiento adecuado.
Enfermedades Mentales No Tratadas
Las enfermedades mentales son otro factor crítico. Como perito, he evaluado a madres que sufrían de depresiones severas, trastornos de ansiedad o incluso esquizofrenia no tratada. En muchos casos, la madre no reconoce su enfermedad, lo que agrava aún más la situación. Aunque una enfermedad mental por sí sola no es motivo automático para perder la custodia, la falta de tratamiento sí puede poner en riesgo al menor.
Recuerdo el caso de una madre con un trastorno bipolar no diagnosticado. Durante las evaluaciones, vi cómo sus cambios de humor extremos afectaban la estabilidad emocional de su hijo. En sus episodios depresivos, la madre se aislaba completamente y dejaba de cuidar a su hijo, mientras que en sus episodios maníacos, mostraba comportamientos erráticos y poco predecibles. En estos casos, el tribunal necesita información detallada para decidir si es más seguro para el niño vivir temporal o permanentemente con el otro progenitor o un familiar.
Conductas Delictivas
Aunque no es lo más frecuente, también he trabajado en casos donde la madre estaba involucrada en actividades delictivas o conductas peligrosas que ponían en riesgo al niño. Esto incluye desde robos, venta de drogas hasta la participación en grupos violentos. Los niños que viven en estos ambientes suelen desarrollar miedos intensos y, a menudo, presentan conductas retraídas o agresivas.
En una evaluación, un niño me relató cómo su madre frecuentemente traía a casa personas desconocidas y que en una ocasión habían entrado a su casa hombres armados. El niño estaba visiblemente asustado, y durante nuestras sesiones mostró síntomas de estrés postraumático. En situaciones como esta, mi trabajo es proporcionar un análisis detallado de cómo ese entorno está afectando el desarrollo del menor, y casi siempre las recomendaciones incluyen la pérdida de custodia de la madre.
Alienación Parental
Uno de los aspectos más dolorosos que evalúo es la alienación parental, cuando uno de los progenitores manipula al hijo en contra del otro. En varias ocasiones, he observado cómo las madres, a través de sutiles comentarios o actitudes, lograban que sus hijos vieran al padre como una figura negativa. Esto genera una gran confusión y angustia en los niños, ya que se sienten divididos emocionalmente.
Durante las entrevistas, es común que el niño repita las mismas frases que ha escuchado de la madre, sin comprender del todo su significado. Mi trabajo en estos casos es identificar si el menor está siendo manipulado y señalar en el informe cómo esto afecta su bienestar psicológico.